martes, 14 de mayo de 2013

La carrera

Se está tomando un café, igual que hago yo. Pero él lo disfruta de una forma casi inmoral, esperando unos segundos antes de tragar para sentir sus papilas hincharse bajo el exceso de calor.
Pocas veces (en realidad no pocas, pero sí algunas, incontables) leo algo muy tranquila. Sin curiosidad ni impaciencia. Yo también dejo las letras en la lengua unos segundos antes de tragar. Me convierto en la joven que ha matado a su gatito, en tu propia versión de un Bukowski rejuvenecido. A veces incluso en mí misma, pero no me doy cuenta hasta que - tras terminarte la taza entera y servirte otra más - me miras fijamente a los ojos. Joder, eso duele, ¿quieres dejarlo ya? Y no sé si lo que yo llamo dolor es el sentimiento de vida olvidado o qué. Lo más importante es que tú sabes cómo estar aquí y ahora, mientras yo estoy muy lejos, cuatro o cinco años por delante de ti, escribiendo ese presente. ¡Voy a ganar, voy a ganar! Esto no es una carrera, me dices. Y a mí qué coño me importa, eso lo dices porque voy a ganar.

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