Odio este sentimiento de impotencia, ansiedad, ser incapaz de detener las lágrimas, como si se hubiera rasgado el conducto que las guardaba y nunca fuese a coagular. Y odio que lo hayas visto, oído.
Todo ha sido muy tranquilo estos dos últimos años, qué necesidad de amar a nadie. Pero ya tengo miedo, verdadero miedo de perderte sin haberte podido tener apenas.
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