domingo, 13 de mayo de 2012

In a pasture by an ocean

Yace con los ojos abiertos y los puños cerrados. Nadie le da la mano, nadie se lo lleva, ni una soga alrededor del diafragma podría obligarle a dormir.

Muy cerca, la orilla se deja oir. En ella caen como gotas de agua, pero en realidad son fibras de césped que el viento lleva al mar.

Sube la marea.

Ahora respira bajo el agua. Sus irises son cristales de sal fina y sus puños, jaulas de aire.

 

Se pasa la vida y quiero estar tranquila, en silencio, lejos. Lejos. Sólo necesito escribirte y leer tus cartas para recordar que existo, lo demás es accesorio.

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